– El único linaje real
Elio condujo su deportivo negro por las calles empapadas por la llovizna de la tarde, alejándose de la torre corporativa Caruso y de la mansión donde su matrimonio se sentía cada vez más como una farsa insostenible. Necesitaba escapar. Necesitaba un lugar donde no tuviera que fingir ser el "nieto perfecto" en duelo, ni el esposo paciente que toleraba la frialdad de Cristina.
Giró el volante hacia la zona norte de la ciudad, hacia el exclusivo edificio donde vivía Laura. No era un lugar clandestino; todos en la alta sociedad sabían perfectamente quién vivía allí. Laura no era un fantasma, era la madre de su segundo hijo, una realidad que el círculo de los Caruso toleraba con hipocresía, llamándolo "el apartamento de la otra familia". Para Elio, en este momento, era el único lugar donde podía quitarse la máscara sin ser juzgado.
Aparcó en su plaza asignada y subió por el ascensor. Con cada planta que ascendía, sentía que la fachada de "Elio Caruso" se agrietaba un