Emanuel y Erick De León, levantaron del piso a su cuñado, Rafael siempre se había mostrado estoico, pero el nacimiento de sus trillizas lo había sobrepasado, quizás estaba abrumado, emocionado, y también impresionado.
— ¡Un doctor, mi cuñado se ha desmayado! — Pidió Erick, así que pronto vinieron a llevarse a Rafael para atenderlo.
En la sala de urgencias le tomaron la presión, y lo regresaron poniéndole un algodón con alcohol en la nariz.
— ¿Qué... qué fue lo que pasó? Auchh... Me duele la cabeza.
Eso es porque se desmayó, señor Mendoza, es comprensible, acababa de salir del quirófano donde vió nacer a sus trillizas, el cuerpo de su esposa está abierto, hay mucha sangre, y la impresión de tener tres hijas a la misma vez... Creo que yo también me desmayaría.
— ¿Cuánto tiempo llevo aquí? — Preguntaba Rafael, las niñas serían llevadas a la habitación y él tenía que estar ahí.
— Tiene apenas... Cinco minutos.
— Okey, ya estoy bien, no me puedo quedar, tengo cosas que hacer.