El CEO Mendoza no podía estar más sorprendido, pero todavía necesitaba pruebas para creer lo que su amigo le estaba contando, conocía muy bien a Dimitrir, sabía que era un hombre de palabra, íntegro, justo, pero que había confundido pasión con amor. — No, no te lo puedo creer, yo tengo que verlo por mi mismo, Angelic... Es una buena chica. — ¿Acaso me estás llamando mentiroso? — Por supuesto que no, sé que no eres el tipo de hombre que miente, es solo que... Creo que debe haber un mal entendido. — Yo los ví, Rafael, después de tu llamada fuí al hospital a buscar a la que apenas horas antes seguía siendo mi mujer, y la encontré con él. — ¿Qué...fue lo que hiciste, Dimitrir? Conozco tu carácter y no creo que la hayas escuchado siquiera. — Solo le dije lo que es, que nuestro matrimonio solo fue un negocio contractual. Qué tengo a la mujer perfecta a mi lado, a la que amo, y que no me importa lo que haga, eso es todo. — Carajo, no la dejaste hablar y explicarte, ¿Ciert
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