El amor de Angela y Emiliano.
Angela estaba acostada en una camilla cubierta por una sábana blanca, tenía puesta una canalización para pararle medicamentos, una enfermera revisaba el goteo justo cuando el gemelo Mendoza llegaba con el médico.
— ¡Emiliano...!
— Princesa, ¿Cómo estás? — Emiliano beso la frente y los labios de su novia, había estado preocupado hasta la muerte por ella y el bebé.
— No lo sé, ya no me duele el vientre, el sangrado ha parado, pero el médico dice que todavía no está fuera de peligro el bebé. ¡Emiliano, no lo quiero perder, quiero tenerlo, pero...!
— Tranquila mi amor, recuerda que no puedes alterarte, todo va a estar bien, te vamos a cuidar y nos vamos asegurar de que tu cuerpo se estabilice. — El joven CEO acariciaba los cabellos de su amada.
— Dime, ¿Cómo están las cosas? No tienes golpes en la cara, eso quiere decir que Vladimir no te dió una paliza.
— Que lo intente, así me desquitaría de él por haber embarazado a una de mis hermanas. Estoy tan molesto, siempre fuimos