Luca
La noche caía sobre Milán como un manto de terciopelo negro. Desde mi posición, podía ver las luces de la ciudad brillando como estrellas caídas. Había elegido este edificio abandonado con precisión milimétrica: tenía visibilidad directa al restaurante donde Isabella cenaba con los Rossi, supuestos aliados que, según mis fuentes, planeaban traicionarla esta misma noche.
No le había dicho nada. Esta vez, no.
Ajusté el rifle de francotirador, sintiendo el frío metal contra mi mejilla. A través de la mira, podía ver a Isabella, radiante en su vestido rojo sangre, sonriendo con esa falsa cordialidad que había perfeccionado en los últimos meses. Parecía una reina entre serpientes. Mi reina.
—Posición confirmada —murmuré al intercomunicador. Cuatro de mis hombres más leales estaban distribuidos estratégicamente alrededor del restaurante. Esta operación era mía, planificada hasta el último detalle.
—Movimiento sospechoso en la entrada trasera —respondió Marco, uno de mis hombres.
—Mante