6. Recuerdos vagos
Lilia sintió un vuelco en el pecho. Había algo en él… en sus ojos, en la forma en que fruncía el ceño, en su porte, que le resultaba vagamente familiar. Como un eco lejano de otra vida. Pero desechó el pensamiento de inmediato. No podía ser. Estás imaginando cosas, se dijo, obligándose a mantener la compostura.
El hombre la observó con igual intensidad. Sus ojos recorrieron su rostro con un dejo de reconocimiento efímero, como si su subconsciente intentara empujar un recuerdo olvidado. Algo titiló en su memoria, pero también lo desechó con rapidez.
—¿Lilia Herrera? —preguntó, con voz profunda y mirada penetrante.
—Sí. Buenas tardes —respondió ella, intentando sonar firme, aunque su pulso temblaba levemente.
Él asintió con seriedad, aunque en sus ojos aún danzaba una chispa inexplicable.
—Soy Alexander Blake. CEO de la empresa.
La forma en que pronunció su nombre, la seguridad con la que se movía, todo en él proyectaba poder y control.
—Gracias por subir. Quiero hablar contigo… persona