22. La propuesta
El resto del día transcurrió con una calma tensa. Alexander evitó buscar el contacto visual con Lilia. Necesitaba mantener la compostura, pero la escena del café seguía repitiéndose en su cabeza una y otra vez.
A pesar de eso, todo en la oficina continuó con aparente normalidad. Al final de la jornada, mientras Lilia recogía sus cosas para salir, Alexander se acercó a su escritorio con las manos en los bolsillos y el rostro serio.
—Lilia —dijo con esa voz grave que la hacía enderezarse de inmediato—. Esta noche necesito hablar contigo. Te veré en el café Sol y Luna, a las siete.
—¿En el café? —preguntó ella, sorprendida.
—Sí. Es un lugar más privado. Hay cosas que no puedo tratar aquí —agregó, sin dar más explicaciones, y luego se alejó sin esperar respuesta.
Lilia se quedó paralizada unos segundos. Su mente comenzó a correr a mil por hora.
"Un lugar más privado… cosas que no puede tratar aquí… ¿Acaso hice algo mal? ¿Está molesto? ¿Fue por el accidente con el café? ¿O tal vez por lo q