31. Tengo que recuperarla
“—Ya no hay trato.”
Esas palabras desataron la bestia interior de Dimitry.
Él estaba tratando de reprimir su furia mientras conducían de vuelta a su casa.
Satarah durante todo el camino Satarah estaba en silencio aguantando las desesperadas ganas de llorar. Aquel papel que tenía en la mano se había convertido en una especie de salvavidas para ella.
Cuando vio que llegaba a la casa de Dimitry enseguida saltó del auto sin esperarlo. Casi corriendo hasta su habitación.
—¡Ten más cuidado, niña! —gritó Yelena pero ella se limitó a ignorarla.
Tenía que salir de ahí.
Dimitry ya le había arruinado la vida lo suficiente como para quedarse en ese lugar.
Ya en la habitación Satarah tomó una maleta comenzando arrojar su ropa en el interior. Ignoró el fuerte sonido de la puerta cerrándose detrás de ella hasta que escuchó el amenazante gruñido de Dimitry.
—¿Qué carajos haces, Satarah?
Él estaba justo detrás de ella pero por primera vez no se sintió intimidada sino irritada con su presencia.
—Me voy