Connor estaba en la empresa, sentado frente a su escritorio, pero su mente estaba en otra parte.
Todo lo recordaba con claridad: cada detalle de los días pasados, cada mirada que lo había marcado.
Fue a ver a Sídney a la mansión, pero la empleada le contó algo que le hizo hervir de rabia: Travis Mayer estaba en la mansión de Sídney.
Aquella noticia encendió de inmediato los celos que dormían en su pecho, mezclándose con la rabia contenida que había estado acumulando desde hacía meses.
Sin esperar, sus pasos lo llevaron hasta la entrada de la mansión, pero antes de poder hacer algo, vio a Leslie acercarse.
Su sola presencia era suficiente para irritarlo aún más. La mujer hablaba con suavidad, con esa mezcla de confianza y astucia que siempre lo había molestado.
—Tu esposo está dentro, aléjalo de Sídney o van a volver y te dejará por ella, no olvides que antes estaba loco por ella —dijo con calma antes de retirarse.
Connor sintió que sus manos se cerraban en puños, que la sangre le herv