No era una puerta en el sentido estricto. Isela tardó varios segundos en aceptar eso.

Frente a ellos no había un umbral clásico, no había un marco reconocible ni un mecanismo evidente de cierre. Era una discontinuidad en la estructura del laboratorio, una zona donde la geometría se relajaba lo suficiente como para permitir el paso, pero no lo declaraba abiertamente.

Como si el edificio hubiera decidido no terminar de decidir.

—Está abierta —susurró Damian.

—Está permitiendo —corrigió Cayden.

La diferencia era sutil, pero fundamental.

La abertura no mostraba signos de violencia ni de fallo. No había cables arrancados, ni paneles forzados, ni rastros de sabotaje.

Todo indicaba una elección consciente, una apertura parcial, calculada, deliberadamente ambigua.

Isela se quedó quieta, observando.

La ansiedad no llegó como un golpe, sino como una presión sostenida detrás del esternón.

Esa sensación que no grita peligro, pero tampoco ofrece alivio.

—Actividad reciente —dijo Cayden tras unos s