El Precio de Estabilizar.
El sistema no preguntó si estaban listos.
Simplemente abrió el abanico de posibilidades y dejó que la verdad cayera como cae siempre lo inevitable: sin cuidado, sin compasión.
Isela sintió el cambio en el aire antes de verlo en las pantallas. El punto ciego dejó de reaccionar de forma errática y comenzó a ordenar información con una precisión inquietante. No era calma, era cálculo.
—Está evaluando —dijo el médico, con la voz tensa—. Buscando un ancla.
Damian se irguió de inmediato.
—¿Un ancla para qué?
—Para estabilizar la expansión —respondió—. No detenerla, solo evitar que destruya todo en el proceso.
Isela tragó saliva.
—¿Qué requiere?
El médico dudó una fracción de segundo, lo suficiente para que ella lo notara.
—Un nodo consciente —dijo al fin—. Alguien capaz de sostener múltiples estados posibles sin colapsar. Alguien… entrenado para perder.
El silencio fue absoluto.
Isela sintió un frío profundo recorrerle la espalda, no necesitaba que dijeran nombres, sabía que todos estaban p