La Elección Imposible.
Isela no entendió de inmediato lo que el sistema estaba haciendo, todo sucedía demasiado rápido, sin avisos, sin permisos.
Las proyecciones cambiaron de forma sin anunciarse.
No hubo alarma alguna, no hubo cuenta regresiva. Solo una redistribución silenciosa de cargas, como si alguien hubiera movido el peso de una mesa sin avisar.
—La carga se está dividiendo —dijo el médico, demasiado tarde—. Eso no estaba en el escenario anterior.
Isela avanzó un paso.
—¿Qué significa eso?
El punto ciego respondió antes que él, una nueva variable se fijó.
Estabilizador humano externo: activo.
Isela giró y pudo darse cuenta de que Damian ya no estaba junto a ella, estaba dentro del campo.
No había drama en su gesto, no despedida. Solo una decisión ejecutada con la misma naturalidad con la que siempre había estado ahí, sosteniendo cosas que nadie veía.
—Damian —dijo ella, sin levantar la voz. Todavía creyendo que podía llamarlo de vuelta.
Él la miró recién entonces y sonrió. No una sonrisa triste, una