El Final se Acerca.
El sonido metálico del corredor era distinto esa noche. No era el eco del viento artificial ni el zumbido de los sistemas de ventilación. Era el paso sincronizado de los Centinelas.
Selena lo supo antes de verlos. Su oído, entrenado desde niña, reconocía la cadencia exacta de esas máquinas humanas: precisas, frías, letales. Había cazado con ellos antes, y ahora era ella la presa.
El refugio tembló. Los sensores de movimiento se activaron en cadena, un destello rojo tiñó las paredes.
Damian se levantó de golpe.
—¿Qué fue eso?
Selena ya estaba en la puerta.
—Llegaron.
—¿Quiénes?
—Centinelas. Del Nivel Alfa.
Damian palideció.
—¿El Consejo envió…?
—Sí. —Su voz se volvió un susurro seco—. Enviaron a los de su clase. A los que no fallan.
Los ojos de Isela se abrieron apenas, confundidos, pero Selena ya había tomado su decisión.
—Llévatelas —ordenó sin mirarlo.
—Selena, no.
—Hazlo. No hay tiempo.
Damian dudó, pero la mirada de ella bastó. Era la de alguien que ya había aceptado su destino.
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