Capítulo 50. Maldiciones
La puerta de la habitación se cerró de golpe detrás de Alina. El sonido hueco resonó en las paredes de piedra, tan duro como el latido de su propio corazón. Se apoyó contra la madera, temblando de ira e impotencia. No podía creer lo que acababa de pasar. Soriana había fingido frente a Devon, había manipulado la situación para dejarla como una agresora.
—¡Maldita sea! —susurró, apretando los puños hasta que sus uñas se clavaron en las palmas.
Las lágrimas ardieron en sus ojos, pero no quería llorar. No por Soriana. No por alguien que solo buscaba envenenar su relación con Devon. Caminó hasta el tocador y se miró al espejo. Su reflejo devolvía la imagen de una loba fuerte, pero en sus pupilas brillaba el dolor.
La puerta se abrió suavemente y Lira, su doncella y amiga, entró en silencio. Llevaba una bandeja con una jarra de agua y un paño limpio.
—¿Puedo pasar? —preguntó en voz baja, como si temiera alterarla más.
Alina asintió, volviendo el rostro.
—No tengo hambre.
—Lo sé. Pero no p