Capítulo 51. La mazmorra
La mazmorra estaba sumida en una penumbra espesa, iluminada apenas por una antorcha clavada en la pared. El silencio del pasillo subterráneo se rompió con el suave crujido de la puerta al abrirse. Soriana entró, llevando una lámpara de aceite en una mano y una sonrisa cargada de falsedad en su rostro.
Joseph, sentado contra la pared con las muñecas esposadas, levantó la cabeza al verla. Sus ojos azules, cansados pero fieros, la siguieron hasta que se detuvo frente a la celda.
—Vaya, la perra del Alfa —murmuró él, con voz grave y cargada de desprecio.
Soriana arqueó una ceja, disfrutando de su hostilidad.
—Te equivocas, Joseph. No soy su perra… aunque muchos lo piensen.
—¿Qué quieres? —gruñó, tirando de las cadenas que lo mantenían sujeto.
—Hablar. —Soriana apoyó la lámpara sobre una repisa de piedra y se acercó a los barrotes—. Sobre Alina.
Joseph tensó los hombros al escuchar su nombre.
—¿Qué hay con ella?
—Dime tú. —La sonrisa de Soriana se ensanchó, venenosa—. Sé que fue tuya, qu