POV Alaia:Bien, él se fue. ¿Ahora qué?Me remuevo, incómoda, atrapada en el sepulcral y frío silencio de la habitación. Jugueteo con mis manos sin saber precisamente qué hacer y de reojo observo a la mujer de pie frente a mí.Una señora de unos cuarenta y tantos años, pero su piel permanece tersa y sana; el cabello castaño, casi rubio, se encuentra atado en un perfecto moño bajo y esos ojos azules tan fríos como el hielo me miran de pies a cabeza para luego dibujar en sus delgados labios una mueca de inconformidad.Tal parece que ella ha concluido que no soy suficiente y, al solo ver este lugar, sé que es así.—Bueno, señora... —me tenso de pies a cabeza debido a su última palabra, pero consigo disimularlo—. ¿Podría decirme, si no es inconveniente, qué edad tiene usted?Hago una mueca inevitable. Es tan raro que una persona visiblemente mayor que yo me hable de manera tan formal y encima me llame "señora".Supongo que debo acostumbrarme a esto.Trato de sonreír con amabilidad, pero e
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