POV Alaia:
Esto no deja de sorprenderme. Mi mente divaga, al igual que mis ojos, que se distraen fácilmente con la belleza lujosa y suntuosa del lugar en el que me encuentro. Hay pinturas de diferentes paisajes que capturan mi atención, y es lo mejor mientras aguardo en silencio el veredicto de aquella grosera y arrogante mujer. Ni siquiera sé su nombre. La idea de entrar a la guarida de Lombardo no me entusiasma, porque aún estoy digiriendo este remolino intenso después de toda esta locura de acontecimientos, pero sé que es inútil negarme. Yo fui mi propia juez y di una sentencia que aún no sé si fue la correcta. Ahora le pertenezco a él. Mi mente se aclaró de su desesperada neblina y puedo pensar con algo de claridad. Seguiré este peligroso juego y cada una de sus reglas, pero solo lo haré hasta que encuentre la manera de escapar de él. Tengo que pensar seriamente a dónde iré. ¿Qué haré para ganarme la vida? ¿Dónde podré estar en paz? Quiero estar lejos de todo, incluso de los malos recuerdos. Donde ni siquiera lleguen los ecos de la amargura. Con suerte, dentro de ese "harén" seré poco menos que un fantasma. La indiferencia ajena será mi mayor aliada. Tengo que animarme y repetirme que un hombre como Lombardo nunca perderá el tiempo con una persona como yo. Mi andar se detiene de manera abrupta y mi corazón se acelera, mientras mis ojos se dilatan al ver ese cuadro. Es un lobo, un majestuoso y hermoso lobo negro que mira al espectador con esa mirada azul vibrante que brilla tanto como la luna a sus espaldas. "Caperucita, ten cuidado, yo podría ser ese lobo hambriento que te comerá de un solo bocado..." Aprieto mis labios y la inquietud me embarga. ¿Por qué él? ¿Por qué él regresa a mi mente al ver esta imagen? Lo sé, porque este lobo es como él. Aterrador, sombrío, pero con una majestuosidad que deja sin aliento a quien lo ve. Hasta ahora, aunque es un poco raro, ha sido amable conmigo. Me proporcionó ropa nueva, un sencillo, pero hermoso vestido blanco y un calzado acorde al atuendo. Aunque es algo sencillo, es mucho mejor que mis antiguos harapos andrajosos. Incluso me dio ropa interior nueva. ¿En qué momento consiguieron todo? Pues era nueva, ya que todavía tenía la etiqueta. En realidad, todo era nuevo, pero hay cosas más importantes en las cuales debo pensar. El sonido de la puerta me hace salir de mi neblina de pensamientos de manera abrupta. La mujer grosera emerge de la misma, pero se halla convertida en un blanco y tembloroso papel. ¿Qué fue lo que le pasó? —Puede pasar, señorita —murmura entre sus labios con un sorprendente exceso de respeto—. El señor la espera. ¿Dónde está la altanera arrogante? Mi ceño se frunce de manera inevitable, pues me extraña ese cambio tan radical de comportamiento. Me trató como una inferior basura y ahora me trata con un extraño temor reverencial. Bueno, eso no importa. Ignoro el cambio repentino en esa mujer y decido concentrarme en armarme de valor para entrar a la guarida de la bestia. Tuerzo mi nariz al sentir un fuerte aroma perfumado, espeso y persistente. Ese aroma se mezcla con el humo denso que danza libre por todo el lugar y llega a mis fosas nasales. Entre el denso humo, alcanzo a ver la silueta imponente de Bastian Lombardo que parece estar absorto observando la oscuridad de la noche. —De verdad viniste... —escucho que habla con su voz rasposa que suena casi envolvente— Caperucita. Él se gira. Su mirada intensa se clava en mí evocando en mi mente la imagen del lobo negro. Que me llame "Caperucita" solo hace que se acentúe más la metáfora. Este hombre es la encarnación viva del peligro, es un elegante y letal depredador. —Estoy aquí porque me pidió que viniera... —respondo inmóvil, pero manteniendo mi mirada en él— ¿No es eso lo que quería? Una sonrisa rápidamente se posa en sus labios, mientras empieza a acercarse con la elegancia de un feroz depredador. Cada movimiento suyo parece una coreografía perfecta, tan letal. —Eres muy obediente —expresa satisfecho—. Pero ¿no has oído del cuento de "Caperucita Roja"? —me pregunta de pronto—. ¿Sabes lo que le pasó cuando se adentró sola al oscuro bosque? Alzo una de mis cejas. Ese susurro envuelto en misterio y provocación me arropa mientras lo veo acercarse. No me toca, pero esa cercanía y esa mirada siento que me desnudan por completo. Esa pregunta extraña ¿Debo responderla? —Caperucita... —me llama nuevamente como si saborease el apodo— ¿Por qué no respondes? Muerdo levemente mi labio. Parece que él está jugando conmigo. —Ella... —vacilo un poco, tragando saliva y pensando en qué responder— ¿Se pierde en el bosque? Por algún motivo el aire se siente denso, puede que sea por el humo que parece danzar tras él o quizás sea esa mirada aterradora, pero tan hermosa. Es un monstruo precioso y exquisito. Una sonrisa ladeada se extiende por una de las comisuras de sus afilados labios y parece danzar la diversión en sus ojos claros. —Error —se ríe suavemente—. ¿No conoces tu propia historia, Caperucita? Su pregunta está cargada de diversión, mientras a mí me cuesta respirar. Esta es la primera vez que nos encontramos tan solos en una habitación. Estoy nerviosa, pues podría decir algo que no le guste y molestarlo, pero debo ser fuerte y enfrentarlo. Lombardo se detiene a solo un paso de distancia de mí y, aunque no me toca, alcanzo a sentir su calidez. —El lobo la encuentra, un lobo terrible que solo sabe poseer ¿y sabes lo que hace luego? —se inclina un poco y lucho por no moverme—. Al verla tan apetitosa y deseable... él la devora de un bocado. Mi respiración se estanca y siento mi corazón agitarse. Es aterrador y más con sus ojos brillando de esa manera, pero no puedo negar que es atrayente. Como un conjuro hechizante. Es un misterio peligroso que se desea con fuerzas descubrir. —Entonces... —carraspeo un poco para aclarar mi garganta— Si yo soy "Caperucita" ¿usted es el "lobo" en la historia? Mi curiosidad será mi condena en este juego peligroso y, aunque desee apartar mi mirada, no puedo hacerlo. Es como si estuviera hipnotizada. —Puedo ser algo mucho peor... —asegura con una sonrisa maliciosa revelando algo más oscuro detrás—. Hay mil demonios viviendo en mí, cada demonio es más terrible que el anterior ¿y sabes qué es lo que hacen? Entrecierro mis ojos y muerdo mi labio sintiéndome nerviosa. Dentro de mí todo está revolucionado, no sé qué pensar. Es aterrador, pero fascinante; da miedo, pero seduce. ¡Qué contradictorio y confuso! —¿Qué hacen? —pregunto apenas con un hilo de voz. De pronto, él extiende su mano y toca mi demacrado rostro que sé que no es atractivo, pero ante la intensidad con la que me mira empiezo a dudarlo. Él también parece hipnotizado. —Ellos gritan tu nombre con desesperación —confiesa en tono enronquecido y yo pierdo por completo el aliento. Quisiera decir que es mentira, quisiera decir que él solo dice eso para asustarme o intimidarme, pero esa mirada no parece mentir. Me estremezco ante su tacto suave, pero no me aparto, ni siquiera aparto la mirada. Aunque quiera, no puedo hacerlo. —Eres diferente, Alaia Evans —dice en medio de un gruñido y con seriedad—. Mírate, en tus ojos hay profundo miedo, pero no me apartas y no dices nada ante mis locuras —su caricia tan gentil contrasta con su voz intimidante—. Sé que no me deseas, pero dejas que te toque y dijiste que eras mía... —Soy suya —le aseguro con valor y ahora percibo cómo él se estremece—. Fue mi decisión serlo y no hay lugar para arrepentimientos. Porque haré lo que sea para sobrevivir y ser libre. Sus ojos se oscurecen a tal punto que dejan de ser azules, mientras su respiración parece un poco irregular. ¿Por qué reacciona así? Aunque se ve peligroso, he de admitir que es una mezcla fascinante entre belleza y peligrosidad. —Oh, innocente Cappuccetto Rosso smettila di tentare questo Lupo Cattivo —expresa en un idioma que no entiendo, pero que me parece fascinante. Él deja de tocarme y se aleja un par de pasos, respirando profundo como si tratase de controlarse. Mi mente todavía se halla atrapada en ese idioma hipnotizante. —No sé qué es más peligroso... —murmura pasando una mano por su rubio cabello, despeinándolo un poco—...si las sombras que digo tener o lo que tú provocas en ellas... Aunque, técnicamente, logro entender lo que dice, no sé cuál es exactamente el significado de esas palabras extrañas. Decido que es mejor guardar silencio. —Ordené que te sirvieran algo de cenar, si deseas cambiar el menú habla con la mujer que está a cargo de tu servicio... —me dice sin mirarme—. Luego ve a descansar, mañana temprano partiremos de esta ciudad... —¿Nos iremos? —no puedo evitar preguntar intranquila. Sus ojos azules tan intensos se posan en mí nuevamente, mientras una pequeña sonrisa se extiende por sus labios. —Por supuesto ¿No eres una de mis mujeres? —me cuestiona y yo me tenso—. Se supone que debo enviarte a mi harén que se encuentra en la isla italiana de Sicilia, mi tierra natal... Vaya. Aprieto mis labios y siento que mi corazón golpea con furia dentro de mi pecho. Por supuesto, debo obedecerlo en todo lo que dice, se supone que eso es parte de mi apuesta. Me inquieta viajar sola a un lugar que no conozco. Esto es difícil. —Entiendo —me resigno, ocultando mi inquietud—. ¿A qué hora partiré mañana? Sinceramente, me asusta ir a un lugar desconocido, pero no siento nada al abandonar el lugar en el cual siempre he vivido. Aquí ya no hay nada para mí. Mi padre debe estar ahogado de borracho y mi madre... debe ser feliz en alguna parte del mundo. La sonrisa en el rostro de Lombardo se ensancha y parece contener una carcajada. ¿Qué es tan gracioso? Sé que no tengo nada, es decir, no debo esforzarme en empacar, ya que lo único que tengo es lo que traigo puesto y ha sido un regalo de Lombardo. ¿Eso le parece divertido? —¿A dónde piensas que partirás sola sin mí? —me pregunta de pronto llenándome de confusión—. Ciertamente deseo pronto regresar a mi tierra, pero, por desgracia, debo quedarme un poco más de tiempo aquí en Estados Unidos. —¿Y yo? —pregunto para aclarar mis dudas. —Tú tienes que estar a mi lado, ese es tu deber —expresa con firmeza y convicción—. Tengo que viajar a muchos lugares y eso es agotador, pero, a tu lado, quizás este viaje se haga más placentero. Viajar con Lombardo... Es inquietante. Aprieto mis labios sintiéndome algo dudosa de ello, pero no tengo otra salida. Sé que seré encerrada una vez entre a ese harén, pero me extraña un poco que Lombardo no lo haga de inmediato y quiera llevarme con él. Quizás sea una prueba suya o solo lo hace para molestar, porque parece que a Lombardo... le gusta jugar con su presa. Será un viaje agotador. ... Nota: La frase en italiano significa: "Oh, inocente Caperucita Roja, deja de tentar a este Lobo Feroz". Continuará...