Narrador Omnisciente
El ocaso pintaba con tonos rojizos y ocres el pintoresco paisaje del mágico Palermo; aquel cuadro majestuoso auguraba la llegada de la noche. Mientras la ciudad se preparaba para la penumbra, una comitiva de camionetas negras se abría paso por un camino distante hacia la aislada villa de Lombardo, una mansión similar a un palacio y tan protegida como una fortaleza.
Alaia Evans, desde la ventanilla del auto, solo podía observar cómo se desvanecían poco a poco los edificios de estilo barroco y las casas ornamentadas, para dar paso a enormes árboles que daban la bienvenida a un bosque.
Su paseo había sido más largo de lo previsto. Ella había tenido que luchar con el hombre para que no comprara la librería completa y también pasearon por las calles de la ciudad. Bastian, extrañamente, parecía emocionado con enseñarle la belleza de su tierra.
Alaia no pudo evitar quedar hechizada con cada rincón que él le revelaba, pero también sintió que aquello no eran más que caden