LUCIEN BLACKWELL
Sus amenazas cubiertas de piedad y falsa preocupación no pasaban desapercibidas para mí. Su padre y el mío habían sido grandes amigos. Habían forjado una alianza importante. Entre familias nos cubríamos las espaldas y la esperanza de volvernos una sola casando a Anna con Alexei o a Nadia conmigo no eran algo nuevo.
Mientras Nadia sostenía la rosa en su mano, la envolví suavemente con las mías.
—Suena encantador… pero lamento decirte que, si a alguien le daré una boda así, será a Camille. No es un capricho, porque sé que ella me ama y que se quedará conmigo, y eso en vez de hacer que me aburra, por el contrario, hace que me obsesione más con cuidar mi lugar a su lado —respondí mientras veía la rosa, ahora sucia por haber sido tocada por Nadia—. Estoy pasando por un momento muy difícil, Nadia, como para que vengas a joderme en mi santuario donde no deberías de haber entrado.
»Sé que hay alguien que está jugando a mis espaldas. Ya tengo una lista de nombres que comenza