ROCÍO CRUZ
Bajé del avión entre bostezos, me sentía como cuando era niña y llegaba dormida a casa después de arrullarme dentro del auto. Ya era demasiado pesada para que mi madre me cargará hasta mi cama, así que tenía que moverme por inercia, arrastrando los pies.
James me tomó del brazo y me dirigió con su mano en mi cintura, siempre manteniéndose cerca de mí. Me sentó en unas bancas de metal, mientras su mirada me ordenaba que me quedara ahí, y sinceramente no tenía intenciones de irme a ningún lado.
—No tardo, iré por las maletas. ¿Está bien? —susurró suavemente contra mi boca, mientras yo pestañeaba más lento de lo normal, estiré mi cuello, intentando alcanzar sus labios, quería un beso, aunque fuera pequeño, pero nunca llegó.
En cuanto fruncí el ceño me encontré con su media sonrisa.
—No es buen momento. En París solo soy tu chofer —agregó antes de frotar la punta de su nariz con la mía y por fin alejarse, mientras yo estaba enfurruñada y frustrada.
Cuando me sentí sola y m