Mundo ficciónIniciar sesiónSophie tenía la vida perfecta, hasta que su esposo desconfía de su lealtad y acaba por echarla a la calle, estando embarazada. Viviendo la vida que siempre soñó, Sophie cae en una dura realidad cuando su esposo niega a su futuro hijo, la deja sin nada y le pide el divorcio después de recibir una grabación de ella siendo infiel. Sin saber cómo demostrar su inocencia, Sophie se da por vencida cuando la verdad sale a la luz. ¿Será demasiado tarde para Chris y su redención? ¿Podrá alguna vez recuperar a su esposa o todo terminará entre ellos dos? Muchas incógnitas, mucho amor y sobre todo, mucho dama. Todo esto y más en, Esposo Arrepentido.
Leer másSOPHIE
El vestido es perfecto. En tonos rosados como yo quería, con volados románticos y con tacones que hacen juego que terminan por poner todo en perspectiva combinando a la perfección con la decoración de mi hogar, donde al fin puedo soltar un suspiro después de estar planeando esta cena por más de un mes entero. Mi visión está completa.
Veo a los camareros comenzar a preparar la gran mesa para nuestros invitados, lo que me pone la piel erizada de solo pensar que será la primera vez en que damos una celebración de esta magnitud en nuestro hogar.
Siempre quise ser la clase de mujer que solo se preocupa por tener la casa arreglada y mantenerse pulcra, y al fin estoy logrando eso con Chris. Gracias a él en realidad, lo que se siente genial.
Intentando no emocionarme demasiado doy una caminata por la sala de mi casa buscando hasta el mínimo detalle que rompa mi visión estética. Alguna que otra cosa mínima, pequeña, pero que influye demasiado en cómo quiero que esté todo porque no pienso ver las fotografías y renegar porque algo estaba fuera de lugar y no lo vi, pues esta es una fiesta que planeo recordar por la eternidad.
No solo festejamos los cinco años de casados, sino también el nacimiento de nuestra pequeña familia porque hace solo dos días recibí la noticia de que vamos a tener un hijo y sé que a mi esposo la noticia le vendrá de maravilla.
Noches enteras hablamos de agrandarnos, de finalmente convertirnos en una familia de tres, de tener un bebé. Incluso soñamos despiertos con el momento en que comience a moverse en el vientre y con quién se parecerá más.
Puedo decir abierta y confiada, que tengo la familia ideal. Estoy viviendo el sueño de cualquier mujer, tener un hombre que provee, que me ama y sobre todo, con valores familiares tan fuertes que la única persona en su vida, soy yo.
Estoy tan nerviosa que cuando el móvil suena al mismo tiempo que el timbre, me apresuro a abrir la puerta rogando porque la llamada no se corte.
—Mamá, bienvenida—digo sonriendo—. Por favor, adelante. Recibo la llamada y luego estoy contigo, ¿de acuerdo?
—Claro que sí, amor.
Sonriendo me alejo para responder la llamada proveniente de mi esposo. Mi corazón se acelera como mi pulso porque no puedo esperar para darle la noticia que sé que lo alegrará.
—Chris, amor, estoy esperando—digo al responder, observando por la ventana cómo llegan los coches, estacionando en la entrada de casa—. ¿Tardarás mucho?
—¿Ya están los invitados?
Escucho el tono de su voz y me quedo pensando en la seriedad con la que me habla. Sé que su trabajo es cambiante así que no pregunto demasiado para no alterar aún más su humor, solo me enfoco en lo importante.
—Sí, están llegando. ¿Ya vienes?
—Estoy en la entrada.
Chris me cuelga la llamada de tal manera que me deja con las palabras en la boca, siendo un gesto grosero como sorprendente porque jamás había hecho algo como eso, mucho menos a mí.
Confundida salgo a la entrada de casa. Está cerca y mientras espero saludo a los invitados, entre ellos mis suegros y mi cuñado, así como su mejor amigo quienes no se toman mucho tiempo para conversar, solo entran para ponerse cómodos debido al frío abrumador que hace aquí. Sin embargo yo me quedo, al menos hasta que veo el coche de mi esposo entrar a toda velocidad.
Me emociona verlo. Siempre es así.
Tenemos una vida tan linda que su llegada a casa siempre es motivo para celebrar en estos tiempos, sin embargo la sonrisa se borra de mi rostro cuando noto a la mujer que viene junto a él. Carrie. Su compañera de trabajo.
Mantengo la sonrisa en mi rostro al verlo bajar y acercarse hacia mí.
—Bienvenido a casa, amor—saludo, esperando recibir mi beso rutinario, pero eso no pasa—. ¿Estás bien?
Por la forma en que me mira, sé que no lo está. Creí, cuando hablamos por teléfono, que su estado emocional se debía al trabajo, pero ahora veo que no es así. Es a mí a quien mira con rencor, incluso con ira podría decir.
—¿Christopher?
—¿Están todos ya?—pregunta tajante, pasando a mi lado.
—Sí.
—Genial.
Solo miro a Carrie quien lo acompaña en completo silencio y la verdad es que hasta llega a alterarme su presencia aquí. No tengo idea qué hace, no estaba invitada, ni siquiera la tenía en cuenta como alguien cercana a mi esposo, pero al parecer lo son. Y mucho, pues pasa a mi lado ignorándome como si no fuera nada. Como si no fuera la dueña de casa.
Tengo una leve sensación de que todo está a punto de irse al carajo, pero intento mantenerme positiva en lo que entramos a casa.
Nuestra familia se voltea a vernos entrar, sonrientes por celebrar, cuando notan a Chris y su humor. La primera en notarlo es su madre, quien frunce el ceño al verme, quizás preguntándose lo mismo que yo, ¿qué m****a le pasa?
—Necesito que todos se vayan de mi casa.
Me acerco a él.
—Chris, ¿qué tienes?
Intento tomarlo por el hombro, pero se aleja de mi toque bruscamente.
—Quiero que todos se larguen de mi casa. ¡Ya! —grita alterado, siendo esta la última advertencia.
Nuestras familias nos conocen. Sé que saben que si Chris los echa es porque algo pasó. Mi madre intenta conversar conmigo a la salida, pero le aseguro que todo está bien antes de despedirla, notando que Chris hace quedar a Julian, su amigo, pero despide a su madre, lo que es extraño.
Ese hombre solo ha pisado nuestro hogar tres veces en los cinco años que llevamos casados. No es que seamos cercanos, o al menos no yo, por eso me sorprende verlo aquí.
También a Carrie. Ella no se esfuma, ni siquiera cuando quedamos solo nosotros cuatro.
—Chris, ¿qué significa eso?
Entonces voltea a verme, con los ojos enrojecidos, como si acabara de ver al mismo infierno. Es un hombre grande, que se impone ante los demás hasta el punto en que da miedo y eso jamás causó en mí, hasta ahora que me mira como si fuera su peor enemiga y no mi esposo.
—Vas a explicarme ahora mismo porqué fuiste tan perra como para engañarme con mi mejor amigo—sentencia con odio, dejándome en verdad en shock.
CHRISEl nerviosismo se ve a través de mi cuerpo en mis manos temblorosas que se aferran con fuerza al volante del coche. En estos momentos estoy solo, dejé a Sophie atrás hace rato con los oficiales ya que todo fue rápido. En cuestión de segundos me tenían el coche a un costado y como si la presión de los oficiales no fuera suficiente, la presión del tiempo también hacia de las suyas al marcar el poco tiempo que nos queda para poder llegar a la bendita reunión. Los minutos de distancia que nos separan son pocos. En carretera se llega rápido ya que es un motel de paso, por lo que presionó el acelerador un poco para terminar con esto. Saber que estoy a nada de ver a mi hijo, si todo sale bien, me pone tan ansioso que mis pulsaciones se alteran al punto que me provocan náuseas. Sé que debo mantener la compostura, bajar la cabeza como me dijo la policía para que ella crea que se trata de Julián el mayor tiempo posible, sin embargo no estoy seguro que tanto podré controlarme a mi mismo.
CHRISMe pongo de pie de inmediato al oír la dirección que da Carrie. Tal como yo lo hice, al finalizar la llamada, los oficiales de policía comienzan a gritar se órdenes unos a otros, en un tono técnico que no comprendo, mientras otros dos compañeros suyos intentan mantenernos a mi esposa y a mi al margen al no permitirme salir de la sala. —Activen protocolos, llamen al negociador, preparen los coches que salimos en menos de quince minutos—dice el oficial al mando, anotando algo en una libreta. Entonces señala a la persona que contiene a Julian—. Desátalo que nos lo llevamos. ¡Andando! Se mueven tan deprisa que de no ser porque utilizo la fuerza bruta contra el oficial que intenta contenerme, se habrían marchado sin darme ninguna explicación, pero no lo hace. Sé que estoy causando caos. El oficial que hice a un lado me toma el brazo colocándome en una llave listo para reducirme, aunque Sophie comienza a gritar que me suelte. Toda la situación escala y el oficial al mano lo nota.
SOPHIEEl ver a Julián admitir que tuvo algo que ver con el secuestro de mi bebé me hizo notar que mi instinto no estaba errado para nada. Desde el momento en que vi el video, el único masculino, tan poco masculino como para involucrarse en algo como esto, fue él. Y no erré.Con los minutos que pasamos en su casa, más me doy cuenta de que todo para este hombre gira en torno al dinero. La única razón por la que fue amigo de mi esposo fue por eso, porque Chris lo ayudaba cada que podía, porque le encontraba trabajos bien remunerados a cada nada porque siempre que lo echaban a la calle era culpa de los demás y nunca de él. Es una persona tan interesada que si pudiera vender a su madre para conseguir algo de dinero, estoy segura de que lo haría sin pensarlo y es tan triste que hasta podría provocar lástima si no fuera tan hijo de puta.Saber que vio a mi bebé, que pudo haber terminado todo este calvario para nosotros y que escogió no hacerlo por obtener un poco de dinero me hace ver lo qu
CHRISConducir por las calles de este barro me remontan una vez más al pasado, cuando creí que mi esposa me engañaba con mi mejor amigo. Y la verdad es que esos tiempos no fueron para nada fáciles, pero son eso eso, pasado. Nada más.El tener que regresar por el mismo tema me pone los pelos de punta, pero mi esposa tiene un gran presentimiento sobre él por lo que apenas estacionamos, ambos fijamos la vista en la casa que mantiene sus cortinas cerradas. No hay ninguna clase de movimiento a pesar de la hora que es, y tampoco está el coche que solía estar estacionado en el garaje. Siempre supe que Julian no tenía ni dónde caerse muerto, que ese coche solía ser de su madre, y al no poder renovar la licencia le tocó dejarlo estacionado ahí. Pero ya no está. —¿Recuerdas cómo era?— pregunta mi esposa, observándome con el ceño fruncido—. Cuando vine estaba ahí, estoy segura.—Sí, yo también lo recuerdo—concuerdo—, pero no se me viene a la mente un modelo o un color. Ella chasquea su lengua
CHRISLas palabras de mi esposa me dieron una calma que no pensé que necesitara. Ambos, abrazados en ese sofá se sintió como si al fin hubiésemos sanado una relación que necesitaba justamemente de esto, tiempo de calidad, para hablar, para confrontar nuestros miedos, pero sobre todo para admitir nuestros errores. Sophie se disculpó conmigo hasta que cayó dormida en mis brazos, de eso ya hace varias horas. Si bien estoy algo incómodo, todavía me mantengo en esta posición porque creo que es la única vez en la que la he visto descansar como se debe puesto que jamás lo hace. Ahora que por fin está durmiendo no seré yo quien la despierte, al menos no por una razón estúpida. Sentado aqui, al no poder dormir, disfruto del amanecer que aunque es una belleza y acertamos con que el cuarto de nuestro hijo tiene la mejor vista de todas, el que el sol esté saliendo solo es un triste recordatorio de que las horas están pasando y no tenemos novedad alguna de mi hijo hasta ahora.Sé que mi entrevis
SOPHIEEl plan de Chris suena algo descabelado, sin embargo ahora es lo que tenemos. Él conoce bien la psiquis de esa mujer y si cree que será algo que funcionara, entonces lo haré con mucho gusto. Mi madre cree que es una mala idea. Desde el momento en que les comentamos a nuestras madres lo que planeábamos hacer, a ambas les pareció algo terrible porque involucrarnos e intentar remediar esta situacion sin la policía es riesgoso, y lo sabemos, pero somos padres desesperados que solo buscan tener a su hijo de regreso. Haremos lo que sea con tal de que Max regrese con nosotros. Creo que es lo que nos impulsa ahora. O a menos a mi. Hace un rato atras estaba sumida en una ola de preocupación y preguntas que llegaban a nublar mi vista, pero ahora es diferente. Veo a Chris, su convicción, la forma tan segura en la que habla y sé que debo apoyarlo. Es mi trabajo. Se ha vuelto un hombre seguro de si mismo, al menos en este tema, y como dije, lo apoyaré si con eso consigo traer de nuevo a





Último capítulo