ROCÍO CRUZ
El flojo y el mezquino andan dos veces el camino, o eso era lo que mi abuela siempre decía, dejándome en claro que sí no hacía las cosas de la manera que tenía que ser, trabajaría el doble. ¿Cómo aplicaba a gente como Lucien y Damián? Ellos resolvían todo de la manera que claramente no seguiría una persona honrada. Sus soluciones eran rápidas, pero… ¿hasta qué punto eran fiables?
La muerte de John Carpentier ya era un hecho. Más habían tardado en enterrarlo que en juzgarlo. Habían encontrado mucho material que, de estar vivo, hubiera terminado en prisión por muchos años. Un día era un pobre hombre enamorado que suplicaba por recuperar a su familia y luchar contra quién lo humilló, y al otro día era una escoria, un criminal de cuello blanco que acosó a una pobre mujer indefensa y sus hijos.
Solo pocos sabíamos la verdad.
La firma de abogados, al borde de ser desintegrada y sepultada junto con su dueño original, fue recuperada por gracia del honesto y valeroso señor Ashford