Capítulo 53

Alexander

Mi cuerpo pesaba demasiado, como si estuviera atado a una ancla invisible que me arrastraba hacia la profundidad de un sueño del que no podía despertar. Intenté abrir los ojos, pero los párpados se sentían como plomo. Mi garganta estaba seca, y un pitido constante perforaba mis oídos, aumentando la sensación de confusión.

Entre la bruma de mi mente, escuché una voz. Alguien pronunciaba mi nombre con desesperación.

—¡Alexander! ¡Por favor, despierta!

Reconocí aquel tono al instante. Su voz era como un bálsamo entre el caos, dulce y llena de angustia.

Solté un suspiro pesado y reuní fuerzas para incorporarme. Logré entreabrir los ojos, pero la luz blanca del techo me cegó momentáneamente. Parpadeé varias veces, tratando de enfocar, hasta que mi mirada se encontró con unos ojos enrojecidos por el llanto.

—Mi amor... —susurró Bianca, mi chaparra pelirroja, mirándome con una mezcla de alivio y miedo.

Intenté sonreírle, aunque el dolor me punzaba el pecho. Apenas una
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