C33: No eres nadie

—¿Te acuerdas de cuando te metiste en problemas por pintarle el carro al director? —preguntó ella, sonriendo con ternura, Kian soltó una risa suave, aquella que siempre usaba para disimular la vergüenza.

Vecka y Kian yacían sobre la cama, cubiertos por una manta gruesa, frente a frente. No había deseo en sus miradas, solo esa nostalgia que surge cuando se recuerda una vida que ya no volverá.

—No fue mi culpa. Tú fuiste la que dijo que se vería mejor así.

Vecka rio, escondiendo la mitad del rostro bajo la manta.

—Yo solo di la idea, no te obligué a hacerlo.

—Claro, pero fuiste tú quien me dejó solo con el marcador cuando él apareció —replicó Kian, alzando una ceja.

—Y luego tuviste que correr por todo el pasillo.

Ambos rieron, esa risa sincera que hacía tiempo no compartían. Había algo sanador en esos recuerdos, una inocencia que parecía imposible en medio de todo lo que estaban viviendo. El silencio volvió, pero era un silencio cálido, Kian se giró un poco y la miró. La luz del
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