Una simple humana con muy poca memoria es robada de su rutina de su trabajo por un gigantesco lobo que la reclama como suya. Sara no puede creer que ese imponente alfa es el muchacho que rechazó en el pasado cuando ambos iban a la escuela juntos. Ella es obligada a casarse con el lobo… Pero el no puede ocultar cuanto la odia por el pasado.
Leer másLlegué a casa buscando esconderme de esa bestia que interrumpió en mi trabajo. Tener que correr por mi vida era por lejos, la sensación más terrible que hubiera vivido. Mis rodillas estaban magulladas por las caídas intentando defenderme para escapar y mis pies, acalambrados por el esfuerzo. Logré llegar a casa con el mas grande de los esfuerzos y algo más de buena suerte. No podía ser lógico que un lobo de ese tamaño estuviera buscándome, tenía que tratarse de alguna clase de pesadilla. La desesperación me invadía recorriendo mis huesos y haciendo palpitar mi corazón de una manera indescriptible.
—No te escaparás de mí, Sara. —dijo él, con su voz rugosa aterradora, que me estremeció los huesos.
Lo contemplé en total shock, cuando volvió a su forma humana me dejó boquiabierta. Era él, mi compañero de la escuela al que por tanto tiempo ignoré. Estaba completamente fuerte, atractivo, con el cabello azabache y los ojos penetrantes igual de oscuros.
—¿Qué es lo que quieres, Mark? —pregunté, temblando, buscando cubrir mi rostro trigueño con mis manos.
No me dio tiempo siquiera a pedir ayuda, cuando me cargó entre sus enormes brazos. Poseía una fuerza abrumadora y no tenía idea de a quien acudir para que me salvara. Yo vivía sola en mi departamento después de todo.
Desperté con los huesos entumecidos, en una cama de plumas suave. Lo vi sentado a mi lado, con el torso enseñando los tatuajes que lo hacían ver tan peligroso. El miedo recorrió mi espalda y busqué a tientas cubrirme con mis mantas, el escote de mi camisa develaba mi femineidad.
—Así es como quería tenerte, ¿Acaso no te acuerdas de mí? —preguntó Mark, pasando su mano por mi cuello, como si estuviera a punto de matarme.
Yo quería hacerme la desentendida, eso sería mejor para su furia, pero yo no era mentirosa. Aquel hombre tan guapo, había sido un adolescente tímido al cual rechacé para el baile de la escuela mil veces y le negué todas las citas. Estaba tan cambiado, aunque siguiera teniendo esos ojos profundos tan característicos.
—Eres un lobo… —empecé a decir a duras penas, tartamudeando.
—Sí, y tu serás mi mate. Pero eso no me hace odiarte menos. —se levantó de golpe y me quitó la manta de encima, dejándome al descubierto.
Mis sentidos se agudizaron y mi corazón galopó sin control alguno.
—No entiendo nada de lo que dices… —supliqué, temía por mi vida.
El estaba cubierto de sangre, pude verlo bien cuando se puso de pie. Era un asesino, una bestia sin freno que ahora tenía un completo control sobre mí. Divisé la puerta cerrada y me lamenté en silencio.
—Vas a hacer todo lo que yo te diga, ahora estás bajo mi propiedad y te aseguro, que me vengaré los rechazos del pasado. —su sonrisa maliciosa brilló, tenía los dientes relucientes.
Con una de sus manos tomó una soga que había sobre la mesa de noche, eso podía significar cualquier cosa. Se me heló la sangre nuevamente cuando la arrojó al suelo.
—Te asustas muy fácilmente Sara, pero no eras tan temerosa cuando me ignorabas y te reías de mis cartas… —apretó los labios.
Mark se arrojó sobre mi con delicadeza, apretando mi cuello entre sus manos y hundiendo su nariz en mi cuello. Esto era una locura, el era un lobo y me había secuestrado para vengarse. Quitó la ropa de mi cuerpo y deslizó su tacto por mis piernas. La sensación cambió, ya no sentía miedo, sino que una parte de mi comenzaba a humedecerse y no quería admitirlo.
Busqué apartar la vista de su presencia, era imposible. Su rostro era perfecto, misterioso y al mismo tiempo, portaba una maldad que no podía describir. Me atraía y eso me hacía dar más odio, porque no lograba dejar de sentirme seducida por su imponente porte y su tacto de otro mundo.
Me colocó unas esposas en las muñecas y soltó una risita malévola. Luego, acarició mi cabello echándolo para atrás, agotando enteramente mi paciencia. Solté un quejido desde mi boca, aunque mi corazón pedía más contacto.
Allí, me dejó completamente sola. Recordé al antiguo Mark que conocí en la escuela, el tímido chico que no hablaba en voz alta, yo lo ignoré por mucho tiempo y me parecía tan raro… Ahora, era una bestia indomable. El me odiaba, siempre lo haría, el rechazarlo y humillarlo por tanto tiempo me pasaría factura.
La puerta se abrió y a la habitación ingresó un hombre que parecía salido de la televisión. Llevaba el cabello también oscuro y los ojos color verde oliva, de tez trigueña y fuerte, en efecto era el hombre más imponente después del nuevo Mark.
—Me presento, soy él beta de esta manada. Te he traído ropa limpia. —Su sonrisa brilló, tan amable como un caballero de su gran belleza podía mostrarse. —Mi nombre es Adren.
Depositó las prendas en la cama, sin mirarme con atención ni percatarse de que me hallaba esposada y casi sin ropa.
—¿El me detesta? —pregunté sin dar más preámbulos, si esta sería mi tortura la afrontaría desde la verdad.
El sonrió con algo de pena.
—Claro, te odia más que a cualquiera. Tú rompiste su corazón. —se encogió de hombros. —Si necesitas café, hay una maquina en la sala de al lado. —continuó, cambiando de tema como si yo fuera una simple invitada.
—Yo no he hecho tal cosa. —me excusé, buscando mostrarme ofendida. No me salía en lo absoluto, me sentía intimidada al estar esposada a una cama.
—El es mi hermano, Sara. —hizo una mueca de fastidio. —Cuando el te escogió como mate, hace tantos años, cuando los dos iban a la preparatoria, yo fui el que lo vio llorar.
—Santo cielo, solo fueron citas a las que no fui… —tragué saliva, comenzaba a recordad con más claridad esos sucesos del pasado.
—Para ti fueron eso, pero él, lloró toda la noche. Siempre ha sido sentimental, los demás lobos somos diferentes, solo tomamos lo que queremos y sino, la sangre se derrama. —el brillo rojo en sus ojos me hizo dar escalofríos.
Adren tenía el rostro diferente a cuando ingresó, parecía que su parte bestia iba a emerger. Se lo notaba mucho más sádico que Mark a pesar de mostrarse más amable para el exterior. Recordé la cena a la cual lo dejé plantado aquella vez, lo había olvidado por completo. Él no me gustaba para nada en ese entonces. Me aterraba cuantas otras cosas habría olvidado de nuestro tiempo en la escuela.
Él beta me miró con atención.
—Bienvenida a la manada, Sara, eres la mate más odiada de todas. —sonrió. —Lo mejor está por venir.
Otro escalofrió recorrió mi piel de pies a cabeza, el viento se filtraba por las pocas prendas que llevaba.
Sara—¡Ya está servida la cena! —escuché la voz de Mark desde el comedor de nuestro nuevo hogar.Tanya estaba colocando todo lo necesario para la mesa. El día de hoy vendrían varios invitados nuevos. Hawk iba corriendo de un lado a otro.El televisor estaba encendido. En los últimos días había estado casi todo el día encendido para mantenernos al tanto de lo que ocurría. El gran reinado había caído, la manipulación de los pálidos llegó a su fin con la muerte de ambos reyes. Después de que las personas despertaron de la manipulación, el desorden se hizo notar. Los humanos debieron comenzar a organizarse nuevamente.Ellos podían hacerlo. Habían sufrido muchas crisis a lo largo de la historia y de este desorden, iban a salir muy pronto, tenía fe en ello. Estábamos ayudando a que así fuera.—¡Ya llegó! —escuché el grito emocionado de mi hijo, que había preparado todos sus lápices de colores para compartir con su nueva amiga.En la puerta, estaba Lena y su hija Cin. Las saludé con amabilid
SaraNo había palabras para describir aquel dolor. El sufrimiento, la sangre saliendo de mi cuerpo. Estaba destrozada, me estaba haciendo mucho daño. Una opresión en mi pecho, una constante cascada que me aplastaba y me impedía luchar.“Eres un monstruo.” Las palabras de la reina retumbaban dentro de mi cuerpo.Sentía frío, un frío intenso que me recorría de pies a cabeza. Temblores, miedo, las emociones colapsaban dentro de mi pecho mientras me retorcía por el dolor.Mi niño, había dejado a mi niño sin mi protección. No logré ser lo suficientemente fuerte. Ahora esa carga pesaba sobre mi corazón.—No… No… —me lamentaba, entre las pesadillas.Mi mente ya no era mía. Era de ella, la reina estaba controlando mis pensamientos, las imágenes que aparecían delante de mí eran tan horribles, no podía dejar de mirarlas.—Eso es lo que ocurrirá, Sara, te estoy mostrando el futuro.No, no podía ser. No quería escucharla. El desconsuelo trataba de apoderarse de mí. De acorralarme. No podía pensar
NarradorEl pequeño niño gruñó, unos colmillos se asomaron, brillantes, resplandecientes. Mark se sobresaltó. Tanya, Adren y Kily estaban transformándose en bestias que no pensó que existieran antes.Lagunas de recuerdos querían invadirlo. Pero aquellos recuerdos solo le hacían daño, el lastimaba a Sara.Su lobo volvió a reprimirse. Su voz interior le marcaba que, si se dejaba llevar, su hijo saldría lastimado. No podía arriesgarse.Zem fue hacia donde ellos estaban para volver a cubrirlos por si los lobos perdían rápidamente.—Ellos están peleando. —dijo Zem, mirando como los lobos lograban detener a los pálidos peleando con todas sus fuerzas.—Se la han llevado. —Ingrid logró ir hacia donde Mark se hallaba con los niños. —¡El quiere llevarte a ti ahora! —chilló, señalando a una sombra que parecía vigilarlo todo a una distancia prudente.Ingrid logró distinguir la presencia de Julius. Se estaba ocultando, estaba esperando. Y por lo que sucedió con Carol, sus planes parecían esperar p
CarolEl día había llegado ya. Frente a mis ojos, en el suelo, la chica trataba de arrastrarse. Su magia era una escoria al lado de la mía. Estaba lista para comenzar a experimentar. Sabía que funcionaría, tenía toda mi fe puesta en ello. Porque estas criaturas no poseían memoria, se las habían borrado prácticamente a voluntad. Y cuando uno no sabe quien es, cualquiera puede adueñarse de su poder.—Sara, ¿Es tu nombre? ¿Verdad humana? —pregunté, en voz alta, arrastrando del brazo a la chica para colocarla arriba de una camilla.Ella trató de zafarse de mí, no lo logró. Apreté sus brazos con fuerza para quebrarla. Quebré su brazo izquierdo y también el derecho. Parecía ser solo una humana para mí. Su humanidad la aplastó. No podría defenderse por mucho que lo quisiera.Julius vendría pronto con el otro pálido. El plan estaba saliendo a la perfección. El reinado perduraría. La sombra del desafío sería aplastada antes de que se reprodujera. Todos ellos caerían. Cuando todo esto terminara
NarradorPor mucho esfuerzo que puso Sara en retener a Hawk, el siguió adelante con la pequeña bruja para tratar de despertar el instinto de lobo de su padre.Sara no pudo seguir adelante para seguirlos. Los ataques regresaron. Los pálidos que la rodeaban eran sumamente veloces, los golpes le alcanzaron el vientre y el rostro.No querían dañarla. No, ella notó eso rápidamente. Porque si lo hubieran querido, habrían podido hacerla sufrir mucho más. No comprendió el porqué, no tenía sentido, si podrían matarla en cuestión de segundos.Ella se defendía, moviéndose inconscientemente, su instinto de supervivencia se estaba activando. Su instinto despertaba con más rapidez que el de Mark.Mark no deseaba despertar a su lobo, en su interior, su lobo se negaba a salir por los recuerdos que poseía. Los recuerdos de dolor, el miedo a no poder controlarse como sucedió la última vez. La sangre manchaba su transformación, aquella infame ocasión en la cual, lastimó a la persona que más amaba.Su lo
SaraLos tres hombres comenzaron a avanzar hacia el interior de la casa. Adren y Mark se interpusieron en su camino para no dejar que siguieran.—¡Mark! —grité, un grito colmado de horror y espanto.Mi niño gritó casi al unísono. Al ver como uno de los hombres, le asestaba un puñetazo que lo hizo salir volando y estrellarse contra una de las paredes de nuestra casa. Lo mismo hizo el otro sujeto con Adren.Los dos se encontraban debajo de los escombros. Corrí hacia Mark junto con mi hijo.—Papá… ¿Qué ocurre? —preguntó Hawk, en la conmoción de lo que estaba ocurriendo. —Es… Es una pelea…No entendía nada de lo que decía mi niño. Empecé a quitar los escombros para sacar a mi esposo de allí abajo. Quité todos los fragmentos de pared y columna que estaban sobre él. Dios mío, sería un milagro si llegaba a sobrevivir a algo así.Sentí las lágrimas de horror corriendo por mi mejilla. Estaba desesperada. No podía encontrar palabras a lo que había presenciado.—¿Cómo has hecho? Sara… —escuché l
Último capítulo