(Narrado por Alessandro)
La ciudad parece respirar tranquila, pero yo sé que bajo esa calma se esconde el caos. Hoy no era diferente. Desde temprano, estaba en mi despacho, revisando los informes que Marco había preparado. Cada línea, cada nombre, cada cifra, era una pieza del rompecabezas que necesitaba armar.
—¿Quién se atreve a traicionar mi confianza? —murmuré, apenas para mí. La voz en mis labios era más un filo que un sonido.
Marco entró con su habitual calma, relajado, como si nada de lo que estuviera pasando pudiera alcanzarlo. Pero yo sabía que él entendía, y no necesitábamos palabras. Su presencia era suficiente para mantener la estructura de lo que llamamos familia.
—Todo apunta a uno de los nuevos contactos en la ruta de Turín —dijo, extendiéndome la carpeta.
La observé un momento antes de abrirla. Cada detalle estaba allí, como si Marco hubiera anticipado mis expectativas. Era un buen aliado, y lo sabía. Pero hoy necesitaba más que datos; necesitaba sentir el miedo, la re