Mundo ficciónIniciar sesiónHope Rothwell no podía concentrarse.
Las palabras del profesor se deslizaban frente a ella como una corriente incesante de letras sin sentido, mientras su mente saltaba una y otra vez hacia el recuerdo de la llamada con su madre.
¿En qué demonios estaba pensando?
“Quiero pasar tiempo con el chico que me gusta”, repitió mentalmente, hundiéndose en la silla.
Había dicho el nombre de Eugene. Nada más y nada menos.
Apoyó la frente sobre la palma de la mano, exhalando un suspiro frustrado.
“¿Por qué no puedo mantener la boca cerrada ni cinco minutos?”
El aula estaba llena de murmullos, de risas, de bolígrafos deslizándose sobre hojas. Hope, sin embargo, solo oía su propio corazón latiendo con fuerza.
Porque si algo sabía, era que había metido la pata hasta e







