La puerta se cerró de golpe detrás de Hope, y el sonido retumbó como un eco incómodo. Eugene se giró hacia ella con los ojos abiertos de par en par, tan sorprendido que por un segundo pareció olvidarse de respirar.

—¿Qué… qué haces aquí? —preguntó al fin, con la voz cargada de una mezcla entre incredulidad y pánico.

Hope alzó una ceja, cruzando los brazos sobre el pecho.

—Yo podría hacerte la misma pregunta, doctorcito de medicina.

Eugene parpadeó varias veces, retrocediendo un paso como si intentara ganar tiempo. La guitarra aún colgaba de su hombro, y el sonido de las cuerdas al rozar su camisa llenó el silencio incómodo.

—Esto no es lo que parece —intentó decir, pero Hope soltó una risita incrédula.

&nb