Antonio y Maximilian permanecieron en silencio unos instantes, el ambiente cargado de un peso invisible que ninguno parecía dispuesto a soltar. El anciano giró levemente el bastón entre sus manos, meditando cada palabra antes de hablar.
—Antonio —dijo con voz grave—, lo que propones es arriesgado. No solo te expones tú, también pones en juego a toda la familia. Sofía es la herida más profunda de Brian… y ahora la has puesto en el centro de esta guerra.
—No, papá, no me digas eso. ¿Acaso olvidaste lo que hizo? —replicó con dureza—. Ese hombre abandonó a Sofía, la dejó a su suerte y huyó con otra mujer. Y ahora, después de tres años, regreso con ella embarazada… No me hagas reír, padre.
Antonio sostuvo la mirada de Maximilian sin vacilar.
—Y quiero que sepas que no me importa —replicó con firmeza—. He vivido demasiado tiempo en la sombra de decisiones que otros tomaron por mí. Esta vez, elegiré yo. Y lo haré por ella.
Maximilian entrecerró los ojos, evaluando la convicción en la voz de