Capitulo 6: El Muro de Hielo

El silencio que siguió a las palabras de Lucas fue tan pesado que Elena sintió que le costaba respirar. Miller, percibiendo la incomodidad, intervino con su habitual tono profesional.

-Sr. Lombardi, le mostraremos las instalaciones y le pondremos al día sobre el protocolo de seguridad. Señorita Valdés, por favor, permítanos continuar con la reunión.

Elena asintió, su mirada aún fija en Lucas. Él, ajeno a la tormenta que se desataba en su interior, se giró para seguir a Miller. La bolsa de lona se deslizó de su mano, un movimiento tan casual que solo confirmaba su experiencia.

Mientras los dos hombres se alejaban por el pasillo, Elena sintió la necesidad imperiosa de hablar, de romper el muro de hielo que se había levantado entre ellos.

-Lucas -su voz salió más fuerte de lo que pretendía, con un matiz de desesperación.

Él se detuvo, pero no se dio la vuelta de inmediato. Permaneció de espaldas a ella, su postura rígida, una silueta inquebrantable. Elena se acercó, la distancia entre ellos un abismo.

-Lucas, mírame.

Lentamente, como si cada movimiento fuera una carga, él se giró. Sus ojos, antes llenos de una chispa que la había cautivado, ahora eran meros pozos oscuros, vacíos de cualquier emoción reconocible.

-Mi nombre es Lombardi, señorita Valdés -dijo, la voz sin inflexiones, sin un rastro de la calidez que alguna vez había conocido.

Elena sintió un pinchazo de dolor. El rechazo era tan claro como una bofetada.

-No me digas eso -susurró, su voz cargada de una mezcla de ira y tristeza -Sé que eres tú. Sé lo que pasó entre nosotros.

Lucas la observó, su rostro una máscara de inexpresión. Por un momento, Elena creyó ver una sombra de algo, un parpadeo de emoción, pero desapareció tan rápido como había surgido.

-Lo que pasó entre nosotros... si es que pasó algo, es irrelevante ahora -dijo, cada palabra un golpe frío -Mi trabajo es mantenerla con vida. Nada más.

-¿Nada más? -Elena se sintió herida por su indiferencia -¿Después de todo? ¿Después de cómo me dejaste? ¿Sin una palabra?

Lucas cerró los ojos por un instante, un gesto apenas perceptible. Cuando los abrió de nuevo, su mirada era aún más distante.

-No hay tiempo para sentimentalismos, señorita Valdés. La vida de usted está en juego. Cada minuto que perdamos en discutir el pasado, es un minuto que nos acerca más al peligro.

-¿Y no crees que tengo derecho a saber por qué? -preguntó Elena, su voz elevándose. La frustración la consumía -¿Por qué desapareciste? ¿Por qué me dejaste sola?

Lucas dio un paso hacia ella, su proximidad, a pesar de la frialdad, aún tenía el poder de intimidarla.

-Mis razones no son de su incumbencia. Y no cambiarán nada. Lo único que importa es que estoy aquí. Y que haré mi trabajo.

-¿Y qué clase de trabajo es ese, Lucas? -Elena se atrevió a desafiarlo, sus ojos fijos en los suyos -Te has convertido en... ¿en un matón? ¿Un fantasma sin alma?

Un músculo se tensó en la mandíbula de Lucas, pero su voz permaneció imperturbable.

-Soy un profesional. No hago preguntas. Cumplo órdenes. Y mi orden es protegerla.

-¿Y la Elena de antes? ¿La que te amaba? ¿La que creyó en ti? ¿Qué pasó con ella?

Lucas guardó silencio. Por un momento, Elena creyó que lo había alcanzado, que una fisura se abriría en su armadura. Pero él simplemente desvió la mirada, sus ojos recorriendo la habitación, como si buscara una distracción.

-Necesito que entienda la gravedad de la situación -dijo, volviendo al tono de guardaespaldas -No podemos permitirnos distracciones. Ni emociones. Usted es la clave de una operación muy importante.

-Soy una persona, Lucas -respondió Elena, la voz ahogada por la emoción -No un objeto.

Lucas finalmente se dio la vuelta, dándole la espalda.

-Para mi trabajo, sí lo es.

Y se marchó, dejándola de pie en el centro de la sala, las palabras de Lucas resonando en sus oídos. El eco de su voz, fría y distante, era un recordatorio brutal de la transformación que había sufrido. Se había convertido en un muro de hielo, impenetrable, inquebrantable. Y ella, Elena, la mujer que lo había amado, se sentía más sola que nunca.

Los pasos de Lucas se perdieron por el pasillo. Escuchó su voz, grave y concisa, hablando con Miller sobre la seguridad perimetral. Era un extraño, sí, pero un extraño que la conocía, un extraño que la había amado. Y esa era la paradoja que la destrozaba.

Se acercó a la ventana de nuevo, observando cómo la lluvia seguía cayendo. El mundo exterior parecía tan ajeno a la tormenta que se desataba en su interior. Lucas estaba allí. Era real. Pero la distancia entre ellos era inmensa, construida ladrillo a ladrillo con los años de silencio y la oscuridad en la que él se había sumergido. ¿Sería posible derribar ese muro? ¿O estaba condenada a ser protegida por el fantasma de su pasado, un hombre al que ya no reconocía?

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP