Cuando se trataba de Beatriz, el alfa Tomás actuaba con la eficiencia que normalmente se reserva para los consejos de guerra o ataques de lobos forasteros.
Esa misma noche —sí, esa misma noche— actualizó su estado en Facebook. Ojalá estuviera bromeando.
“Me siento bendecido”
Con ella.
Y por si eso no bastara como puñalada al corazón, añadió una leyenda bajo una brillante foto del ultrasonido:
—Orgulloso de anunciar que seré padre. Este es el inicio de una familia de verdad.
Cuando los usuarios comenzaron a echar espuma por la boca, acusándolo de infidelidad y a Beatriz de ser una omega rompedora de hogares con un útero oportunista, el alfa Tomás activó su modo relaciones públicas.
—Nuestro matrimonio fue meramente un acuerdo de negocios. —Publicó. —No hubo amor. El divorcio ya estaba en proceso.
Y para rematar la estaca de plata en mi corazón aún sangrante, adjuntó una foto de nuestros papeles de divorcio. Firmados. Presuntuoso.
Pero vamos, el público no era tan ingenuo.
Apenas un mes