Mundo ficciónIniciar sesiónDario se atrincheró detrás de una pesada escultura de bronce que usaba como cobertura. El aire se saturó de pólvora.
— ¡Maldito Giorgio! ¡Te mataré, traidor! — gruñó Dario, recargando a toda prisa.
Sabía que no podía ganar, solo retrasar lo que fuera que viniera hacia él, tenía que forzar la retirada, escuchó golpes en la puerta principal y pasos acercándose, y supo que ya estaban dentro de la casa.
Darío corrió a abrir todas las llaves del gas de la estufa de la cocina y esperó un momento a que el gas se hubiera expandido lo suficiente, luego salió hacia el exterior de la casa a hurtadillas y sin hacer ruido, y cuando estuvo a una distancia prudencial, vio la tubería principal de gas que corría por la pared de la casa, de un sistema de calefacción antiguo.
Era una solución arriesgada, p







