El eco de las trompetas ceremoniales resonó por todo el valle cuando el gran salón de piedra se abrió para recibir a los representantes de las tres especies. Aquel banquete diplomático, celebrado en la Fortaleza de los Tres Sellos, marcaba el inicio de una nueva etapa para la alianza. Mesas adornadas con tapices antiguos y arreglos florales nocturnos bordeaban un salón iluminado por cristales rúnicos flotantes. Todo parecía en orden. Todo parecía paz.
Pero bajo la fachada de festividad, se entretejían hilos de poder.Los vampiros llegaron con su habitual elegancia: túnicas largas, joyas encantadas, ojos relucientes bajo antorchas de luz carmesí. Ofrecieron vinos espesos, embotellados con sangre ritual de clanes antiguos, prometiendo longevidad y vigor. Su líder, la señora Calisthe, hablaba con voz suave pero con afilado propósito.Los licántropos, por su parte, entraron con andar firme. Algunos llevaban ropajes de cuero bordados con símbolos tribales