Mundo ficciónIniciar sesiónEl bar privado del Hotel St. Regis parecía flotar en un perpetuo crepúsculo. Las luces eran tenues, estratégicas, derramando destellos dorados sobre las copas de cristal tallado. El aire olía a una mezcla intoxicante de whisky caro, perfume francés y deseo contenido. La música, un suave jazz que parecía deslizarse entre las mesas, hacía que todo se sintiera lento, medido, como si el tiempo mismo se hubiera detenido para observar a los poderosos jugar a su juego favorito: el poder disfrazado de seducción.
Charles estaba sentado en su rincón habitual, ese donde podía ver la entrada sin ser visto. Vestía un traje negro impecable, la camisa abierta en el cuello, sin corbata. Había algo deliberadamente descuidado en su elegancia, una rebeldía calculada que lo hacía más peligroso. Su copa de whisky descansaba a medio vaciar, y su mirada, fría y expectante, se levan







