Mundo ficciónIniciar sesiónEl reloj marcaba las nueve y media cuando Charles Wentworth cerró la puerta de su despacho, aislándose del murmullo constante de su empresa. La oficina era su santuario: un espacio donde la madera de caoba absorbía los secretos y el whisky servía como lubricante para las decisiones más frías. Las luces estaban atenuadas, y detrás de los ventanales, el skyline de Nueva York brillaba con arrogancia, como si la ciudad entera se inclinara ante él.
En su escritorio descansaba una carpeta color marfil, recién entregada por su asistente personal. Tenía el nombre de Sophie Reyes grabado en la pestaña superior. La miró con un interés que no era puramente profesional.
Encendió un cigarro y, tras una primera calada, abrió la carpeta. Su mirada recorrió los datos: edad, historial académico, empleo anterior, antecedentes penales inexistentes. Todo limpio. Demasiado







