Mundo ficciónIniciar sesiónLa oficina de Marcus Devlin estaba iluminada apenas por la luz azulina de las pantallas encendidas. Era un espacio distinto al caos emocional en el que Damien se movía últimamente: líneas limpias, muebles sobrios, silencio clínico. Una calma engañosa. El tipo de calma que precede a una detonación.
Marcus caminaba de un lado a otro con el ceño fruncido, sosteniendo un sobre grueso entre los dedos. Apenas Damien cruzó la puerta, él se detuvo.
—Finalmente —murmuró Marcus, con una tensión contenida—. Tenemos algo.
Damien cerró la puerta tras él sin quitarse el abrigo. Solo avanzó hasta quedar a un metro de su amigo, los ojos fijos en el sobre. Había una electricidad en el aire, un presagio afilado que lo recorrió.
—Dímelo —exigió, su voz baja, grave, sin espacio para rodeos.
Marcus soltó el a







