Brenda
Al día siguiente.
La sala estaba cargada de tensión, el aire pesado como si todos los secretos que queríamos guardar flotaran a nuestro alrededor. Todas estábamos sentadas en esas sillas rígidas, alineadas como si estuviéramos en una conferencia o en un juicio. Yo no podía evitar sentir una mezcla de culpa y desconexión.
La despedida de soltero de anoche había sido un desastre. Me había permitido bajar la guardia, beber más de la cuenta y olvidarme de que mi papel era mantener todo bajo control. Ahora, sentía que estaba pagando el precio. También me revolqué con uno de los invitados nos besuqueamos en el baño y follamos como perros. Ni siquiera me acuerdo bien de él, solo recuerdo fragmentos de su voz sus preguntas constantemente, que no venían al caso y yo, evitando el tema.
Frédéric se paseaba frente a nosotras, su figura imponente y sus movimientos calculados recordándonos quién tenía el poder aquí. Su mirada era dura, como un cuchillo que se clavaba en cada una de nosotras.