Llegada a Italia

Bruno

Teníamos más de ocho horas bajo el bunker. Habíamos hablado demasiado, comido y tomado un momento para dialogar de ciertos movimientos del negocio. Y luego vuelto a intercambiar las inquietudes de Thor.

El humo de su cigarro se disipaba lentamente en el aire mientras escuchaba lo que me decía, desgranar los detalles del plan con precisión casi quirúrgica.

Nos movimos de mesa a una llena de documentos. Thor, siempre metódico y calculador, continuaba hablando mientras desplegaba unos documentos sobre la mesa metálica del centro. Su voz, grave y directa, llenaba el espacio con una autoridad incuestionable.

—Tenemos a Monteverde vigilado en tres puntos estratégicos —comenzó, señalando en un mapa desplegado frente a nosotros—. Uno es su mansión en las afueras, donde sabemos que mantiene hombres de confianza, pero su lealtad es dudosa. El segundo es el viejo almacén portuario. Está usando esa locación para mover algo, pero todavía no sabemos qué, pero él fue el que hizo que Héctor antes de matarlo te traicionara y no dudo que tenga a alguien más. Lo estamos investigando. Y el tercero… bueno, el tercero es el más preocupante: tiene una propiedad secundaria, una especie de casa de retiro. Está completamente fuera del radar, casi invisible en registros oficiales, después de saber qué vamos tras él es posible que se esconda ahí.

Asentí lentamente, mis ojos recorriendo el mapa.

—¿Tienes información sobre los Castellón?, ahora que su hijo se casó con su cuñada, no crees que pueda haber forma de que lo cubran.

Thor sonrió de lado, un gesto que siempre llevaba consigo una mezcla de burla y satisfacción.

—Creo que eso no les conviene, no cuando están tan cerca de llegar al poder. Monteverde no ha estado quieto, eso seguro. Después del último ataque, mandó a su mujer y al crío fuera del país, aunque sabemos que tuvieron problemas en el aeropuerto. No pudo sacarlos. Di la orden de que no lo dejen salir —Se inclinó hacia mí, con los codos apoyados sobre la mesa—. Aquí viene lo interesante, Bruno: tenemos razones para creer que está considerando negociar con la FIAC.

Mis dedos tamborilearon sobre la mesa. La posibilidad de que Calvin Monteverde entregara información no era un rumor nuevo, pero escucharlo tan directo me hizo apretar la mandíbula.

—¿Qué tan probable es que abra la boca? —pregunté, mi tono bajo y cargado de tensión. Habían cosas que le involucraban directamente.

—No lo descartes. Monteverde está acorralado. Sabe que no tiene muchas opciones y, si hablamos de sobrevivir, cualquiera haría lo que fuera necesario. —Thor enderezó su postura, su mirada fija en la mía—. Y no solo hablamos de lo que sabe de nosotros, Bruno. Este hombre tiene pruebas. Documentos, grabaciones, hasta fotos. El abuelo de su esposa, lo descubrió fotografiándolo en una reunión que tuvo Lena con el Juez Rubén, eso no nos importa demasiado si lo matamos antes, claro…

Thor dejó la frase en el aire, pero no hacía falta que la completara. Sabía perfectamente lo que estaba en juego. Mis negocios, mi reputación, todo lo que había construido con sangre y sudor podría caer como un castillo de naipes si Calvin Monteverde sacaba pruebas que pudiera hacer que la FIAC pudiera darme caza.

—Si me dices dónde está voy por él y te traigo su cabeza —aseguré con la misma rabia de alguien con quien se tiene algo pendiente.

—Primero, necesitamos desestabilizarlo más. Él ya está nervioso, pero no lo suficiente como para cometer errores graves. Y desvelar su ubicación. Hay que presionarlo. Vigilar sus movimientos y cortar sus posibles vías de escape. Ya tenemos gente infiltrada en su entorno más cercano, pero necesitamos un golpe más certero. Algo que le haga sentir que no tiene escapatoria.

—¿Qué tipo de golpe? —pregunté, mientras mi mirada no se apartaba del mapa.

Thor sonrió con frialdad.

—Algo psicológico. Por ejemplo, que crea que los suyos lo están traicionando. Si hacemos correr rumores entre sus hombres de confianza, especialmente sobre las recompensas que ofrecemos a quien lo entregue, se volverá paranoico. Y un hombre paranoico es más fácil de manejar.

—Eso no será suficiente —interrumpí, cruzándome de brazos—. Monteverde no es estúpido. Si siente que está perdido, irá directo a la FIAC o a los medios con la información que tiene. Necesitamos cortar todas sus posibilidades.

Thor asintió.

—Lo sé. Por eso también debemos atacar sus rutas de comunicación. Él está acostumbrado a usar intermediarios y líneas seguras, pero si intervenimos esas líneas y dejamos que sospeche que lo estamos escuchando…

—Se quedará sin salida —completé, mientras mis pensamientos empezaban a hilarse con las ideas de Thor.

—Exacto. Luego está el tercer paso. Calvin tiene algo grande escondido en el casino D’Or. Destruiremos su casino y encontraremos lo que tienen, el Juez Rubén ha declinado más de 7 intentos de allanamiento y no creo que sea por nada.

Hizo una pausa, observando los movimientos propuestos. Era un plan sólido, pero no había margen de error.

—¿Plan B? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

Thor me miró con seriedad, su voz más baja.

—Si todo falla, hay que ir por Rafa y el resto de su familia sin excepción, y cuando digo sin excepción es incluyendo al perro.

Asentí lentamente. La traición de Monteverde era una espina que no podía permitirme ignorar, y su posible colaboración con la FIAC era una amenaza directa a mi posición.

❤️

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