Cindy
16 horas de vuelo. El aterrizaje en Turquía fue suave, pero el ambiente que nos esperaba en tierra era cualquier cosa menos tranquilo. Desde la ventanilla del jet, había amanecido. No había señales de un aeropuerto convencional, ni de multitudes ni de ruido; solo la silenciosa presencia de vehículos negros estacionados a una distancia estratégica, con hombres armados distribuidos de manera casi militar.
A medio viaje me había ido a sentar con Bruno y poco antes de aterrizar me lavé la cara con un kit de uso personal que le pedí a la chica después de ver qué Bruno había pedido uno.
Bruno no dijo una sola palabra mientras descendíamos del jet, pero su rostro estaba más rígido que nunca. Caminó delante de mí con paso firme, y aunque yo intentaba mantenerme tranquila, no pude evitar sentir que algo muy serio se estaba gestando. Dos hombres con trajes oscuros nos esperaban al pie de la escalinata, y tan pronto como él llegó a su lado, intercambiaron un par de palabras en un idiom