Un murmullo se levantó. Giuliano Brenna, el jefe de arquitectos habló sentándose, cruzó los brazos. Y habló.
—¿Está insinuando que el equipo de arquitectura de Corporación Muratori e Braccianti en esta sala no está a su altura…señora Lanús?
Adrianna lo miró fríamente. No lo corrigió ni mucho menos lo aclaró.
—No lo insinúo. Lo afirmo. —dijo Adrianna mirando a Paolo.
El silencio fue absoluto. Luego, la tensión estalló.
—Sin Global Trade Construcciones, el proyecto colapsa —dijo alguien.
—Encontraremos otra constructora. —respondió una de las mujeres que habían llegado con Paolo.
—¿Y si no? —preguntó, Helen Vallejos, directora de estrategia de la Corporación Muratori e Braccianti.
Helen, miró a Paolo y luego a Adrianna.
—¿Hay algún problema entre ustedes? —preguntó Helen.
—Ninguno. —dijeron ambos al unísono.
—Pues no lo parece, me da la impresión de que hay algo en ustedes que molesta al otro. Y no lo digo por el proyecto. Sino por todo lo que no se dicho sobre el proyecto, y ya un