Petya se está dejando morir.

La luna fue llevada a una habitación pulcra y amplia, el Alfa ya se encontraba ahí cuidando de sus gemelos, ellos estaban en su cuna, dormían plácidamente después de haber comido.

— Cariño, ya estás aquí, ¿Cómo te sientes, dime?

— No lo sé, creo que todavía la anestesia no se me ha pasado. ¿Cómo están los cachorros? ¿Están sanos?

— Si, el pediatra dijo que tienen perfecta salud. Me gustaría nombrarlos, es tiempo de que tengan una identidad. Al cachorro lo llamaré Damián, y a la cachorra la llamaré Karoline, ¿Te gustan?

— Son estupendos, me encantan, mucho más porque su padre los ha nombrado, ahora cariño, dormiré un poco...

La luna pronto se sumió en un profundo sueño. El Alfa había quedado al cuidado de sus dos glotones cachorros, era tiempo de que Damiano supiera como era amar a dios en tierra ajena, ya que había renegado mucho con sus sobrinos.

Al día siguiente los hermanos segundo y tercero, llegaban a la mansión Salvatore con sus cachorros en brazos.

— Bienve
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