Elizabeth estaba curiosa, ese Alfa no la tenía tan fácil.
— Nada, tu me rechazaste, rechazas mi naturaleza, ¿Qué más hay para decir? Stefano es mitad como yo, obviamente no lo iba a amar.
— Stefano, ¿Eh? Podías haberle puesto otro nombre siquiera, te mereces unas buenas nalgadas.
— !Tú...! No tengo por que darte explicaciones, solo dame a mi hijo y nos iremos de inmediato.
— Mi hijo no sale de aquí, este es su mundo, su manada, su gente está aquí, no permitiré que te lo lleves de nuevo.
— ¿Quién te has creído lobo arrogante? Mi hijo es solo mío, no tienes ni voz, ni voto, ¡Stefano, es mamá, ven aquí para irnos!
El cachorro salió de la cocina, pero no se fue con su madre, el corrió hacia su padre, quien lo cargó en sus brazos.
— No quiero irme, al fin encontré a papá, quiero quedarme con él, hay que quedarnos a papá, mamá, él es genial, es más apuesto que Arlet, no te cases con él, sé que te quiere, pero papá también te quiere, ¿Cierto, papá?
— Stefano, tu padre y