El tiempo en el interior de la floristería se detuvo de repente mientras ambas se observaban sin decir ni una sola palabra. La consternación en el rostro de Vivian, la chica de los girasoles, era cada vez mayor. Ella parpadeó asombrada, como si no creyera que Sofía estuviera realmente frente a ella.
—¿Puedes escuchar? —susurró, con un tono de voz tan bajo que apenas podía ser escuchado.
—¿Qué dijiste? —cuestionó Sofía frunciendo ligeramente el ceño.
—Es que… pensé que no podías oír —tragó saliva y sonrió con cierta incredulidad.
Sofía se quedó inmóvil, intentando comprender. Su respiración se entrecortó mientras las imágenes del pasado se mezclaban con las del presente. Como si todo lo que ella intentó dejar atrás la persiguiera por unos instantes, en la figura de su salvadora.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó, dando un paso al frente—. Desapareciste después del accidente. No volví a verte.
—Estuve ahí… el tiempo que pude —dijo, casi en un murmullo, intentando recordar los detalles—. Cuand