Sofía había encontrado su pasión, esa razón que la motivaba a levantarse de la cama cada día, incluso cuando su panza ya estaba tan crecido que le dificultaba hacer la mayoría de las cosas. Simplemente no podría quedarse sentada sin hacer nada, a pesar de las continuas sugerencias preocupadas de Sebastián.
—Deberías sentarte por lo menos un rato —sugirió su amigo, llegando apenas a la floristería.
Su vida actual era muy distinta a la anterior, antes no tenía ninguna motivación, ahora, su hijo y su trabajo lo eran todo. No haría las cosas diferentes. Observó a su amigo por un par de segundos.
—Necesito terminar de arreglar algunas plantas —afirmó con una pequeña sonrisa.
Ella sabía que debía descansar, la presión constante de su hijo, junto con el dolor en las piernas y el peso que, a esa altura del embarazo, solo incrementaba, la limitaba en muchos de sus movimientos; sin embargo, no quería rendirse.
Su trabajo era su pasión y ese escudo para evitar pensar en su pasado, en lo que deci