La luz matinal entraba por los ventanales del comedor, bañando la mesa en tonos dorados. El aroma a café recién hecho y pan tostado flotaba en el aire. Lucie y Camille estaban sentadas juntas, hojeando el menú de la fiesta de Oliver en sus teléfonos, intercambiando ideas entre risas.
—Va a ser espectacular —dijo Lucie, emocionada—. Oliver dijo que habrá música en vivo y una barra de cócteles personalizada.
—Y un rincón de postres griegos —añadió Camille—. Ya estoy soñando con eso.
Isabelle sonreía mientras servía jugo en su copa. Miró a Noah, que acababa de sentarse frente a ella.
—¿Tú vas a ir?
Noah se encogió de hombros, con una sonrisa perezosa.
—Si Evan va, probablemente sí.
Lucie se giró hacia él, con una expresión que no ocultaba nada.
—Obviamente va. Me lo confirmó anoche.
Noah soltó una risa breve.
—Entonces cuenta conmigo.
Luego miró a Isabelle con suavidad.
—¿Te molestaría si llevo a Celeste?
Isabelle lo pensó un segundo, luego negó con la cabeza.