Las risas de Leah y Alex se mezclaban con el murmullo de las hojas, mientras Gregory caminaba con ellos entre los senderos de piedra. Isabelle los observaba desde la terraza, con una copa de agua entre las manos. Adrien se acercó con discreción, deteniéndose a su lado.
—¿Estás bien? —preguntó, con voz baja.
Isabelle asintió, aunque su gesto decía otra cosa.
—Solo un poco de náusea. Nada grave.
Adrien la miró con atención, sin presionar.
—Lo noté en el restaurante. Y ahora otra vez.
Isabelle se giró hacia él, con una sonrisa suave.
—No digas nada aún. Por favor.
Adrien asintió, respetando el silencio que ella pedía. Se quedaron así unos segundos, observando a los niños correr entre los arbustos, a Gregory intentando seguirles el paso con una sonrisa que parecía más tímida que paternal.
El sonido de un motor interrumpió la calma. El auto de James se estacionó frente a la entrada principal. Isabelle se enderezó, Adrien dio un paso atrás. James bajó del vehículo con paso