El restaurante *Aurum Heights* se alzaba en el piso treinta y dos del hotel más exclusivo de York. Desde sus ventanales, la ciudad parecía una constelación extendida sobre la tierra, vibrante y distante. La sala privada, reservada para la ocasión, estaba vestida de mármol oscuro, cortinas de terciopelo y una mesa redonda que aguardaba a seis comensales. Solo cinco llegaron.
Isabelle fue la última en entrar. Su presencia no estaba prevista, al menos no por todos. James la vio cruzar el umbral con paso firme, y su expresión cambió apenas un segundo: sorpresa contenida, seguida de una tensión que no logró disimular.
—¿Dónde está Noah? —preguntó, sin saludar.
—No vendrá —respondió Isabelle, tomando asiento frente a él—. Me pidió que viniera en su lugar.
James la observó con una mezcla de incredulidad y desconfianza. Gregory, sentado a su lado, no intervino, aunque su mirada se desvió hacia Jonathan, como si esperara que él tomara la palabra.
Jonathan lo hizo, con la cortesía med