Emma Baker
El aire en la habitación estaba cargado, denso, como si cada segundo que pasaba me envolviera más en el magnetismo que irradiaba Kian. Me mordí el labio con fuerza, intentando aferrarme a un último resquicio de cordura, pero esa palabra ya no existía en mi mundo desde el momento en que lo miré y mis labios se abrieron para dejar escapar lo que jamás pensé confesarle.
—Te necesito, alfa… —susurré, y mi voz salió quebrada, pero cargada de un deseo imposible de negar.
Esas tres simples palabras encendieron algo en sus ojos. Se oscurecieron, tornándose de un tono ámbar que me heló y encendió al mismo tiempo. En un parpadeo, su boca estaba sobre la mía, dura, demandante, como si quisiera robarme el aire, como si su vida dependiera de poseerme allí mismo.
Su sabor me embriagó. El roce áspero de su barba contra mis labios me hizo gemir bajo su boca, y esa pequeña rendija de sonido fue suficiente para que él profundizara el beso, invadiendo, reclamando, destrozando cualquier defens