📍 Villa Leone — Despacho de Greco
El fuego de la chimenea proyectaba sombras largas sobre la madera. Sobre el escritorio estaban desplegados mapas de Moscú, fotografías satelitales y un dossier enviado por Morózov. Greco, en camisa negra y pantalón de lana, marcaba con un bolígrafo los puntos de vigilancia. A su lado, Dante, con chaqueta de cuero y semblante serio, lo escuchaba en silencio.
—Saldremos en tres días —dijo Greco, con la voz firme—. Morózov nos tendrá cubiertos desde Riga. Llegaremos a Moscú como hombres de negocios. Tú y yo, nadie más.
Dante asintió.
—¿Y la villa?
Greco levantó la vista, clavando en su amigo esos ojos que parecían cuchillos.
—La villa queda en manos de Nonna. Quiero que todos crean que sigo aquí. Si el ruso sospecha, lo perdemos todo.
En ese instante la puerta se abrió. Nonna Vittoria entró despacio, con un chal gris sobre los hombros. Su mirada no necesitaba palabras. Escuchó lo suficiente.
—Greco… ¿vas a dejar tu casa por Moscú?
Él respiró hondo.
—Voy