Exterior del Teatro di Fiore — Noche de incendio
Las llamas devoraban el edificio como una bestia enfurecida.
El cielo se teñía de rojo, y el aire ardía con cada estallido.
Greco salió entre el humo cargando a Arianna en brazos, cubriéndola con su chaqueta negra.
Su respiración era un jadeo violento, la de ella apenas un hilo de vida.
—¡Arianna! —gritaba, desesperado, mientras las cenizas caían sobre su rostro—. ¡Aguanta, amore, ya casi!
El teatro colapsó detrás de ellos con un rugido final.
Una nube de polvo y chispas los envolvió.
Dante llegó corriendo con Morózov, disparando a los pocos hombres que aún quedaban de Volkov.
Lucía como una escena del infierno.
—¡Greco, el coche! —gritó Dante, abriendo la puerta trasera de la camioneta.
Greco subió con Arianna en brazos.
Ella apenas abrió los ojos, su voz temblaba.
—¿Mis hijos…?
—Están a salvo, amore. En la villa, con Nonna. —Le acarició el rostro cubierto de hollín—. Ya todo terminó.
El vehículo arrancó, alejándose de las ruinas envue